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La teoría, el vagón y las nuevas clases

Jéssica y Luana regresaban del trabajo, era sábado, ya eran más de las 14 de la tarde y ambas tenían hambre. Luana alardeaba de haber perdido 10 kilos en sólo "un mes", su amiga incrédula le preguntó "cómo" y ella le dijo que una revista "de un dólar" que mostraba en su portada la fórmula mágica le había mostrado el camino. Yo era feliz. Su humor había cambiado. Sintió que las personas que la rodeaban se fijaban en ella, no que esto no sucediera antes, sino que ahora sucedía de otra manera. Jéssica desconfiaba de esa fórmula, pero se alegraba por su amiga. Pidió la revista. Luana, sabiendo que esto sucedería, o deseando que sucediera, ya tenía la publicación en su bolso y se la dio a su amiga como "regalo". Una sonrisa permaneció entre los dos. La conversación se detuvo. Sólo quedaron las miradas y el ruido del metro y el niño que pasó y dejó una nota con palabras explicando que era de una familia numerosa y pobre y que por eso necesitaba ayuda. Luana desembarcó primero. Jéssica permaneció en el vagón y con la nueva ola de pasajeros, un hombre buscaba un asiento, por lo que ella cedió su asiento, se sintió bien y miró a los lados con orgullo. Pensó en su amigo y se prometió que pondría en marcha el régimen, pero estaba completamente incrédulo, pues seguía pensando que un régimen disfrazado con una fachada que valía un real no podía funcionar. Desembarcado.

¡Cuántos papeles, cuántos libros, cuánta ansiedad! Jorge llevaba meses estudiando sobre esta gente nueva que insiste en aparecer en los noticieros de televisión de las 20 de la noche, que compran móviles, que compran coches y que se quedan sin planos de construcción de apartamentos "pequeños". "¿Cómo pueden?", pregunta, "de dónde sale ese dinero", allí Jorge corrió a su antigua Capital para entender al Pueblo, a la nueva clase media... Se amarga al recordar al estudiante que se burla de sus conceptos y Dice que debería enviar a su viejo Marx al manicomio. "¡No, no puedo!", grita solo en su apartamento.

Abre su diario y recuerda que tiene un grupo de estudio con los pocos que todavía están interesados ​​en la revolución. "Todavía vamos a nacionalizar este país y esta industria", suspira y sueña... Está bien que sean pocos...

En el metro, escucha atentamente la conversación de dos chicas que hablan de una receta milagrosa que promete perder varios kilos en poco tiempo y se entusiasman con el precio de la revista. Jorge se enoja, "¿¡cómo pueden caer en eso!?" y piensa y organiza su clase del día: La industria cultural, la televisión y la fábrica de sueños, el consumismo y el fetiche de las mercancías y la industria del cuerpo. Se emociona, llega a la universidad sin aliento, decide no tomar café y se va directo al aula y listo...

Tiene 14 años y Jonas ya conoce la ciudad de São Paulo como nadie, más que Google Maps, eso seguro. Desde los ocho años, al menos esa es la edad que recuerda, ha estado corriendo por las calles e intentando juntar algo de dinero para ayudar en la casa y también para comprar sus cosas, él también tiene sus deseos... Últimamente ha desarrollado el hábito. de tomarse una cerveza y fumarse un porro, pero todo está oculto, porque sabe que es nuevo y que tal comportamiento sería mal visto por sus padres, ex consumidores de crack... Siempre se pregunta: ¿cómo se libraron de esto? ¿Mierda? Especialmente cuando trabaja en el centro de la ciudad y ve a los niños convertidos en piedra.

Jonas tiene una costumbre: le gusta quedarse al final de la estación de metro Bresser, porque allí la vista es amplia, se puede ver la ciudad y también los trenes estacionados. Le gusta escuchar el ruido de los vagones mezclado con el de las fábricas cercanas a la estación. No sabe explicar por qué, pero le gusta, le hace bien, a veces lo disfruta tanto que se ríe, sobre todo en las noches de verano con el cielo estrellado y ese viento ligero, los carruajes corriendo, la gente, el ruido, siempre hay ruido. En el fondo, a Jonas le gusta viajar en metro...

El otro día vivió una experiencia que calificó de "interesante". Una, entre las diversas formas que encontró para recaudar dinero, fue repartir billetes con la historia de su familia entre los pasajeros del metro y en uno de esos viajes, ya un poco cansado, observó y se cruzó con tres chicos interesantes: dos chicas, un pequeño chicas gordas que hablaban sin cesar de una receta mágica en una revista muy barata y un tipo que llevaba un libro con una tapa que decía: ¿Quién es la nueva clase media y por qué gastan tanto?

Jonas se rió del chico y de las chicas. Cerca de su casa decidió tomar una cerveza. El creyó que era gracioso. "¡O sí, están gastando tanto porque están ganando carajo!", pensó mientras bebía y luego volvió a pensar y pensó y pensó... Concluyó que después estarían tratando de entender las deudas y yo no. No sé qué y lo encontró todo jodidamente aburrido.

Llegó a su casa y encontró a su madre con su novio y unos amigos, ellos también habían conseguido algo de dinero, habían comprado unas cervezas y estaban conversando, todavía no podía beber con ellos. Cuando vio esas escenas pensó: "Me pregunto si esto es la clase media".

Decidió que era más interesante darse una ducha y masturbarse.

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