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Entonces ella llegó

De pronto sintió un extraño deseo de escapar, que se confundía con la imperativa de aquella luna roja en la ciudad, nadando entre los edificios.

Todo era tan adormecedor que la hizo entregarse y dejarse llevar por la suave danza contemporánea que la hechizó.

Ebrio.

Estaba completamente entregada al momento.

El clima le pedía hacer algo diferente, dejarse llevar y transformarse con cada sudor.

Arrullada al ritmo de los diálogos, disfrutaba de cada grito que anunciaba la luna en el aire.

Ella jugó con placer.

Tocado al ritmo, lo que quieras.
En el ballet mágico...
Más atractivo, hermoso...
¡Cálido!

Pero el cuerpo de la mujer lo siente.
El movimiento de sus dedos le recordaba cosas oscuras.
Cosas en las que no se había permitido pensar durante mucho tiempo.
O hazlo.

¡La juventud gritó en su cuerpo!
Sus poros expulsaron el sudor del deseo más sincero.
Su pecho hervía y pedía desesperadamente cualquier cariño furtivo.

O una mirada diferente, llena de disimulo.
No siempre es necesario dejar clara la verdadera intención.
Pero tendría que ser esa mirada que la divinizó y devoró, haciéndola sentir amor, lujuria…

No era plenamente consciente de hacia dónde iba, qué estaba haciendo.
No estaba al tanto de todo lo que estaba pasando.
Pero él no se preocupó.
Se dejó llevar.

Quería saber de dónde venía ese loco deseo que actuaba como un poderoso imán, dejándola estática, mojada, sin fuerzas para reaccionar o retroceder.

Y la suave Luna continuó su hechizo, llevándola por caminos desconocidos.

Ella sonrió.
Pero no era esa sonrisa sin pretensiones de alguien que se ríe de un chiste.

Fue una sonrisa débil, demostrando que ya no controlaba sus sentidos.

Una pequeña, pero creciente, sonrisa de deseo incontenido.
Ella había rogado probarlo.

Ella había pedido ser arrojada a este torbellino de emociones.
Ella sólo alimentaba al otro, en su oculto deseo de conocerse verdaderamente a sí misma.

Cuando el camisón se deslizó por su cuerpo esbelto y oscuro,
Y descubre que la desnudez era completa.
No pudo contener un fuerte temblor,
tan involucrada estaba ella en su trance.

Ya casi no podía calmarse.
Esa visión imposible la asombró cada vez más.
El cuerpo lánguido, de una luna tan suave, de una piel tan tersa y...
Y el olor...
¡Oh! El olor que desprendía...
¡No, puede que sea imposible!
Ella no se detuvo.

El hechizo siguió su curso.
La luna roja sangró
No podía creer cómo siendo tan perfecta estaba rodeada de un dolor tan grande.

Cómo sufrió y pagó por errores no cometidos.
Cómo la vida había llegado tan profundamente al corazón de esa chica.

Ella se detuvo al sentir su cariño,
Sentirla acariciar la nuca desnuda de él, besar sus tiernos labios, oler su suave piel, oler a lluvia.
Fue un sueño...
Sueño…
¿Fue un sueño?

Cuando amaneció el día en casa, las risas de los amigos no cesaron.
Se vio desnuda, sudorosa, cansada...
Ella la miró con la expresión más suave que le era posible en ese momento.

Pero esa mirada no dejaba dudas, había deseo escondido en esa chica.
Había un deseo que ella no quería mostrar.
Se acercó a la luna.
No hubo más vergüenza.

Su desnudez había adquirido un estado de innegable pureza.
Tocó la cara de la Luna con sus dedos cortos.
La acarició desde la frente hasta la barbilla, palpando cada milímetro y registrando en su memoria todos los rincones y cavidades de su rostro.
Ella la miró de nuevo.

Ya no quedaba nada que preguntar o explicar.
Ella asintió, demostrando que entendía su silencio.
quien queria tu sonrisa
Tu luna brilla, tu nido.

Estaban listos para continuar esa historia...
Y juntos caminaron hasta la ventana, miraron el mundo y sonrieron al cielo.

Nuestra carta: ¡hazla tuya!

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