"El festival TIM fue increíble". Esa fue la mejor definición que escuché sobre el festival. Conseguí la edición de São Paulo. Incluso pensé en no ir. Tonterías momentáneas. Luego, cuando estuve allí vi que no había manera de que no pudiera quedarme hasta las 5 am cuando decidí irme justo antes de que The Killer terminara su show.
El primer programa que vi fue Hot Cheap. Un comienzo perfecto. Y qué sabes, ni siquiera el problema de sonido que duró diez minutos se interpuso. El final con "Over and Over" fue animado. Baile. Recordó buenos tiempos.
Luego vino Björk. ¡Hermoso! Todo oriental. Fanáticos o no, todos están de acuerdo en algo: Bjork es emotiva, dramática, triste, hermosa, romántica. Todo increíblemente perfecto. Estaba feliz, lloré. Recordé viejos momentos, pensé en personas importantes, amigos eternos. Bjork nos conmueve como pocos. Canten no para los oídos, sino para el corazón.
Los Arctic Monkeys estaban bien. No me emocionó tan radicalmente como otras atracciones. No fue ni remotamente lo que pensé que sería. Algo faltaba. Quizás, emoción de la clase. Entonces decidí saltarme el programa de Juliette. Lo miré sin mirarlo. ¿Él sabe? Ocupado con otras cosas...
Por último llegaron The Killers. Y justificó el nombre de la banda. Lleno de éxitos como "Somebody told me" y "Mr. Brightside", la banda se propuso romper Anhembi. Todos cantaron juntos. Realmente como un coro. Me recuerda a una vez en la vida. Me acosté feliz, aunque eran más de las 6 de la mañana del lunes….
