in

Bruna Surfistinha: ¿liberación sexual o mercantilización del cuerpo?

Desde la primera línea hay que decir: la película “Bruna Surfistinha” es mejor de lo que se dice. Pero lo siento por los fans de Deborah Secco, quien interpreta al personaje que da nombre a la película, la mejor interpretación no es la suya. Pero hablaremos de eso más tarde.

“Bruna Surfistinha”, dirigida por Marcus Baldini, se estrenó en un momento muy interesante: cerca del 8 de marzo, fecha en la que las mujeres reivindican los derechos y libertades de género; y cerca del lanzamiento de “Bruna…” se emitió la nueva campaña de cerveza “Devassa”, que una vez más causó polémica al revelar el lado “devassa” de la cantante Sandy, quien hasta entonces (y todavía) es considerada por muchos como una una “poliana”, es decir, una santa.

Estos tres hechos tienen en común la cuestión del género femenino en el epicentro de sus objetivos teóricos y objetivos. Pero, de una forma u otra, todos hablan de lo mismo: la liberación de las mujeres para ser su propio pueblo y no responder a órdenes culturales masculinistas… ¿O no? ¿Bruna Surfistinha y la campaña “Devassa” están reforzando lo que las feministas llaman la “mercantilización del cuerpo”?

Analicemos el personaje de Bruna Surfistinha: en la película nos enteramos de que se dedicó al mundo de la prostitución debido a un constante malentendido con su familia. Se sentía fuera de lugar en su casa. Prefería la calle y vender su cuerpo. Se fue a vivir a la casa de la proxeneta Larissa (Drica Moraes). Se impone y descubre un mundo de posibilidades y experiencias por venir, muy diferente a la vida de clase media que llevaba con sus padres.

Dicen que la película embelleció la prostitución. La verdad es que a Bruna/Raquel le gustó lo que hizo. La glamourización está en la propia piel del personaje. Siente poder, especialmente cuando empieza a consumir cocaína. Descubre que puede dominar el mundo y convertirse en un producto rentable, lo que le dará la independencia financiera con la que sueña... Si lo consigue o no, lo descubrirás viendo la película.

Por lo tanto, en el relato de Bruna Surfistinha, específicamente, podemos decir que la mercantilización del cuerpo es consciente. No se puede comparar con la mayoría de las historias que involucran personajes en prostitución. Además, la actuación de Bruna Surfistinha tiene un toque de libertad sexual: hago lo que quiero con mi cuerpo. Te guste o no. En definitiva, Bruna mezcla la mercantilización del cuerpo con la libertad sexual.

La agraviada Drica Moraes
Al ver la película y luego recurrir a las críticas sobre la obra, se nota la injusticia de los críticos en relación al personaje y la actuación de Drica Moraes, quien juega un papel fundamental en la historia y la vida de Bruna Surfistinha.

Larissa, la proxeneta interpretada por Drica, es quien le da la primera oportunidad laboral a la joven y, con su experiencia en el sector, pronto ve en Bruna un gran potencial de beneficios. Larissa trabaja como una especie de madre. A lo largo de la película, da consejos a las chicas e intenta a toda costa mantenerlas alejadas de las drogas.

Más allá de su papel maternal, el tono que Drica Moraes da en escena es impresionante. Esto no hace más que reforzar la gran actriz que tiene Brasil y que acaba de ganarle una batalla a la leucemia. La mejor actuación de la película es la de Drica y no la de Deborah, que está entre dolorosa y bien intencionada.

Finalmente, el largometraje “Bruna Surfistinha” demuestra que el cine brasileño es capaz de hacer películas de palomitas de maíz sin tener que recurrir a toscas payasadas. “Bruna…” es una película densa, reflexiva, pero que logra dialogar con el gran público. Otro punto destacado es la banda sonora, que va desde Yeah Yeah Yeahs hasta Radiohead, muy bien encajada en la continuidad de la película. Vale la pena ir al cine.

“As Brejeiras”: Laura Bacellar y Hanna Korich presentan libros vinculados a temas lésbicos

Con la presencia de Marta Suplicy, estudiantes de la USP realizan acto contra la homofobia; ver fotos