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Cajas, categorías, identidades.

No hay otra manera de presentarme que explicar un poco de mis ideas que se han ido formando en los últimos años, mi involucramiento con los estudios de género y el impacto que ha tenido en mi vida conocer las experiencias de muchas personas que he conocido en los últimos años. forma de pensar, reflexionar y pensar el mundo.

Me invitaron a escribir una columna "trans" en este sitio. Tuve que rechazar un espacio como este, y aquí está la explicación…

Las categorías nos limitan. Están ahí para “diagnosticarnos”, para extraer lo que hay en nosotros de individual y, por tanto, de humano. Podemos definir temas, perspectivas, pero no personas. Somos complejos. La simplicidad sólo existe como mecanismo para organizar el pensamiento para comprender la realidad, pero en la práctica se aplica la ley de la entropía. (El destino es caos).

Los más obscenos se pueden observar en los grupos de identidad. El origen del identitarismo estaría a principios de siglo, desde la perspectiva de la lucha de clases como perspectiva única hasta los años 60 y 70, cuando otras perspectivas dieron paso, entre ellas principalmente los movimientos por los derechos civiles y la segunda ola del feminismo. La acción política comenzó a realizarse a partir del intercambio de experiencias comunes y de estas experiencias emerge la identidad política de cada categoría. El ejemplo más evidente de identitarismo hoy lo da el movimiento GLBT (o LGBT, o GLBTT, o GLBTTT, o GLBTI, o GLBTIQ,…).

Hay dos críticas importantes a analizar en relación al modelo de identidades políticas. Joan W. Scott problematiza la experiencia mostrando que “si bien el modelo de identidad política señala que los estadounidenses negros tienen una experiencia común, este no es necesariamente el caso. De hecho, dos estadounidenses negros pueden tener experiencias diferentes incluso si son del mismo género, orientación sexual y clase social”. Cada experiencia individual es única y no puede servir como base para la teoría, la interpretación de la historia o la política.1

Otro problema surge de las fronteras impuestas por las políticas de identidad. No importa dónde tracemos la línea, siempre habrá alguien en el medio.2 Si se define a una mujer en función de su morfología genital al nacer, ¿cuál es el lugar de las mujeres transgénero? Y si divido a la humanidad entre hombres y mujeres, ¿cuál es el lugar de las personas que no se ven ni lo uno ni lo otro?

No somos una mera letra, una mera identidad, un mero sexo. Somos mucho más que eso. Mi constitución como persona no se puede definir en base a uno, dos, tres o cuatro términos. Porque hay una historia de ello, con pasado y presente, hay un cuerpo, está mi memoria viva de vivencias, sentimientos que me hacen única.

Así termino este texto con Michelle O Brien:

“Me encuentro reacio a decir “soy hombre” o “soy mujer”, o “fui hombre” o “fui mujer” o “me convertí en esto o aquello”; tanto como me siento reacio a decir “soy intersexual”, o “soy transgénero”, o “soy intergénero”, o “soy gay”, o “soy lesbiana”, o “ No soy gay”, porque eso no define quién soy. Son formas de categorizarme para que otros tengan poder sobre mí. Este poder es tan significativo que todas las fuerzas del Estado y de la medicina están involucradas en tratar de obligar a tal cumplimiento”.3

1Joan W. Scott apud Clancy Ratliff, Políticas de identidad: genealogía, problemas, legitimidad http://culturecat.net/node/257

2Emi Koyama y Clancy Ratliff, lo mismo.

3Michelle O Brien, Cómo definir un término sin definir a la persona.

Imagen: Andy Doro, “Leeds Electronics, Williamsburg”, Wikimedia bajo la licencia Creative Commons Atribución 2.0 Genérico

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