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Tonterías: la violencia se enfrenta a la rendición de cuentas y la criminalización

En los últimos días, miles de personas en las redes sociales han entrado y salido de polémicas que involucran diferentes posiciones sobre el llanto de la presidenta Dilma, y ​​también de la presentadora Xuxa.

Sé que sus propios gritos pueden considerarse falsos o verdaderos, tardíos u oportunistas, bien editados o sorprendentes. Está claro que para quien quiera clasificar estos dos "acontecimientos" en cada una de estas posibilidades hay justificaciones para hacerlo.

Sin embargo, llamo la atención sobre el hecho de que se contextualizan a partir de dos realidades de violencia: la de las personas desaparecidas políticamente y la violencia sexual en la infancia/adolescencia. Hay que reconocer que la visibilidad de estos crímenes es esencial para que podamos siquiera pensar en formas de enfrentarlos, hacer que los responsables rindan cuentas o evitar que se repitan.

Pero, evidentemente, la transformación de estas realidades va mucho más allá de las lágrimas derramadas. La conmoción pública es sólo una parte de las acciones y, creo, la menos importante. La violencia se enfrenta con rendición de cuentas/criminalización y también con políticas públicas/educación.

El problema es que desconfiamos tanto de la posibilidad de que los famosos sean casi como nosotros y los medios cumplan su función social, que la visibilidad de esta violencia pierde espacio ante una sabia desconfianza: ¿fue todo en nombre del IBOPE o, de hecho, es ¿Hay sensibilidad en las celebridades y conciencia política en los principales medios de comunicación? Porque sabemos que el IBOPE viene creciendo desde hace algún tiempo con la exploración de las estrellas por parte de la humanidad. Esto es tan cierto como la difícil y triste constatación de que la deshumanización y la violencia también garantizan buenos beneficios a las empresas vinculadas a la televisión.

Veamos el caso del periodista Mirella Cunha, de Band, que hace unas semanas repitió una práctica común en algunos programas "periodísticos": deshumanizar a los demás. O reiterar que, según la lógica normalizadora que muchos defienden, hay unos que valen más que otros.

En una actitud peligrosa, ella (junto con los editores de imagen, el director y presentador del programa, los patrocinadores/simpatizantes de la emisora...) faltó el respeto a los derechos de un prisionero a ser visto por todo el mundo. Ante las lágrimas de un joven pobre, negro, que aún no había sido juzgado y se había declarado inocente (derecho que todos tenemos) en relación a la acusación de violación, ella humilló, discriminó, juzgó y se rió.

A la altura de tal "reportaje", pero vestido de entretenimiento sin pretensiones, sólo el clip de Alexandre Pires. Él y sus invitados logran reproducir la triste imagen de los negros como monos, de las mujeres como objetos y del deseo/afecto de los queers como algo ridículo: el clip termina con uno de los invitados siendo burlado por Neymar y Pires por ser una chica. / afeminado por haber mostrado interés en él.

Lamentablemente, estas imágenes fueron interpretadas como libres de prejuicios por el Procurador de la República de Uberlândia (MG), Frederico Pelluci. Lo peor es que el fiscal argumenta que el clip no es sexista porque mujeres en bikini y “letras sugerentes” han sido habituales en los medios; ¡Como si discriminar tuviera que ser, necesariamente, algo no común! En otras palabras, ¡es lo mismo que afirmar absurdamente que el racismo, el machismo y la homofobia no son delitos porque son parte de la cultura! Que no se puede responsabilizar a nadie, porque muchos discriminan, pero nunca nadie ha sido castigado.

Tanto en el caso del llanto del joven negro expuesto y ridiculizado, como en el de las personas del vídeo de la "canción" de Pires, lo que muchos llaman "sólo una broma" borra el sufrimiento real, la violencia vivida, la risa malvada, la Discriminación repugnante que siempre deberíamos afrontar. Junto al llanto de Dilma y Xuxa, son recuerdos de problemas por resolver. Deben verse como pruebas/informes de violencia consensual.

¿Qué provocan las reacciones a estas lágrimas y llantos en mi vida diaria, en mis relaciones triviales con la gente y, por supuesto, en mis impresiones del mundo y de mí mismo? Legitiman normas prejuiciosas y refuerzan contextos de agresión. Ellos, vistos como "normalidad", me dificultan comprender su verdadero significado. Nubla las acusaciones que son la base de sus motivaciones. Y eso no tiene ninguna gracia. Duele. O somos lo suficientemente sensibles para comprenderlo, o nos llevará más tiempo ser mejores y más humanos.

*Tiago Duque es sociólogo y tiene experiencia como educador en diferentes áreas, desde la formación docente hasta la educación social de calle. Milita no Identidade – Grupo de Lucha por la Diversidad Sexual. Le gusta pensar y actuar con quienes quieren hacer algo nuevo, en busca de otro mundo posible.

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