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Revisando clichés

 

¡Hola, gente! Bueno, la tarta la di el viernes, ¿no? Pero mi día fue muy, muy confuso, así que ni siquiera tuve tiempo de venir aquí y abrir la puerta de mi mundo para que entraras.

Por otro lado, el fin de semana fue de intensa producción. Es curioso que, apenas empezamos nuestras reuniones, hablaba de que no me gustaba escribir los sábados y domingos, ¿recuerdas? Para quienes escriben en vivo, realmente es un poco desalentador, debido a la baja audiencia en línea. Una vez bromeé en Facebook diciendo que entre semana la gente convierte sus servicios en cibercafés, por lo que mucha gente está conectada.

Con la gran actualización realizada en nuestra historia, empiezo a notar que estamos cerca de la recta final. De hecho, esto es bastante curioso. Hace mucho tiempo descubrí cuál sería el final de toda esta trama, y ​​precisamente por eso concluí que podría convertirse en un libro. Sí, la idea me pareció buena y me di cuenta de que los conflictos darían lugar a secuencias curiosas y apasionantes. Esto hace que la parte de crear la miga sea un poco angustiosa. Es decir, el pensamiento va más rápido que la acción concreta de escribir, pero sabemos que es necesario dar una base completa al final ya previsto. Predicho por el autor, claro está, porque una buena creación literaria es aquella que sorprende al lector.

Sé que es un gran cliché para todo escritor decir que los personajes crean vida y que las situaciones se imponen. Pero esto es cierto, créanme. Por supuesto, el autor tiene el poder de la vida o la muerte, puede decidir eliminar a cualquier personaje. Sin embargo, a medida que la historia se desarrolla paso a paso, este todopoderoso a veces crea situaciones que requieren soluciones independientes de su voluntad. Simplemente porque hasta en la más absurda de las ficciones es necesario dar credibilidad, y traspasar los límites puede arruinar todo el trabajo desarrollado.

Eso es todo, la obra tiene que sorprender al lector, pero con coherencia y verdad. Lograr este objetivo le quita gran parte del poder de vida o muerte al autor, en nombre de aceptar el resultado final a presentar.

¡Besos y hasta pronto!

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