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Conocimiento popular

El pueblo brasileño es sabio, aunque a veces demuestre lo contrario. "No voto por los que reparten tarjetas y ponen caballetes en medio de la acera", dijo un taxista que me trajo hoy al trabajo. "Odio mirar la cara de estos sinvergüenzas", añadió enfáticamente.

Me sorprendió la coherencia y el tenor de la protesta del conductor y lo que aprendí sobre derechos de clase, impuestos a la basura, entre otros temas. Si esta misma conciencia de que no debemos votar por políticos que ensucian las calles se reflejara en las urnas, ¿sería Brasil un país mejor?

"¡Me pusieron a votar tres personas, pero yo no voto por ninguno! ¿Es esa una opción?", preguntó. De hecho: tener sólo tres candidatos, con ideologías tan diferentes, para votar el 3 de octubre parece una falta de opciones. Más aún cuando estos tres candidatos no han presentado, al menos hasta ahora, ninguna nueva propuesta digna de atención. El discurso de “dejémoslo como está” o, peor aún, “otros también roban” es repugnante.

"Dicen que los brasileños no saben votar", protestó el taxista. “Yo también podría, ¿hay algún candidato que sea bueno?”, concluyó. Estoy de acuerdo, ninguno me ha convencido hasta ahora, entonces, más que no saber votar –por desconocimiento o falta de opciones– los brasileños no merecen los políticos que tienen.

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