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Es necesario combatir todas las formas de prejuicio. No es divertido odiar a los emos.

La “emofobia” ganó protagonismo en el periódico Folha Online de hoy. Para quienes aún no lo saben, la palabra “emofobia” fue acuñada para designar el prejuicio contra la tribu emo (emocional; chicos y chicas a los que les gusta el rock pesado con letras melódicas, usan flecos y zapatillas All Star). Los vídeos con contenido prejuicioso, que incitan a la violencia contra los emos, han proliferado en sitios para compartir imágenes y audio, como YouTube. Uno de ellos, llamado “The Emo Day” es una sátira sobre la vida de jóvenes con flecos que, además de llorar por nada, al final siempre son golpeados por punks, metaleros, niños y ancianos. Y alerta: ¡ya han accedido más de 250 mil usuarios! (Ni siquiera necesito mencionar algunas comunidades de Orkut, ¿verdad?) Más allá del campo de Internet, conozco varias historias de prejuicios y violencia contra los emos. ¿No es absurdo que los comerciantes de la Galería do Rock, aquí en Sampalândia, intenten impedir que los flecos circulen por los pasillos? En la región de Consolação (lado de Jardines), hay muchos informes de actos violentos, ¡e incluso de muertes! Otra faceta menos obvia de esta ola de intolerancia es la peligrosa relación que se está creando entre emos y gays. Me explico: los estúpidos de turno creen firmemente que todos los emo son homosexuales. Partiendo de este razonamiento, no es difícil llegar a la conclusión de que aquí hay homofobia disfrazada de lobo (ver portada de la revista al lado). Odio contra razas, religiones, orientación sexual y, ahora, contra un estilo y expresión musical. Es necesario combatir todas las formas de prejuicio. No es divertido odiar a los emos.

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