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Traición atractiva – Final

Y ella me ató. Quitó las cintas de raso negro de mis talones y ató suavemente mis manos, una con la otra, hacia arriba. Todo lo que vino de Lília lo quería. Siempre más. Me ahogaría en ello.

– Delicioso en todos los sentidos – dijo detrás de mí, parándose, mirándome de punta a punta. Me levanté aún más y abrí las piernas, levantando el trasero para mostrarme carnosa y sin pelo. Miré por el rabillo del ojo y la vi mordiéndose la boca mientras me miraba frente a ella.

- ¡Eso! Demuestra que lo tendrás – dijo con tono de puta.

Sonrisa.

– Espera aquí mismo, no te muevas, ahí estaré, me pidió.

¿Quién se atrevería a desobedecer? Me quedé desnudo, a cuatro patas, con las manos atadas encima del sofá mientras ella salía y regresaba al mismo ritmo. No podía adivinar lo que estaba buscando, pero siempre superó mis expectativas.

Primero escuché tocar a Cat Power. Luego se acercó lentamente por detrás y me vendó los ojos:

– Ahora sólo concéntrate en sentir.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Todo se volvió oscuro.

Sentí una gota fría caer sobre mi espalda.

– Shhhh, ohhh…

Y luego otra caída, un poco más arriba, a la altura de los hombros. Probablemente tenía un cubito de hielo en sus manos. Y una gota siguió a otra, ininterrumpidamente, helándome la columna, haciéndome jadear y estremecerme.

Una gota corrió por mis costillas hasta mi vientre. Fue interrumpido con un toque húmedo, suave y gentil de su cálida lengua. Alternó el frío del hielo con el calor de su boca y lamió mis costillas lentamente. El sentimiento era indescriptible.

Luego continuó lamiéndome hasta la nuca. Se inclinó sobre mí y presionó su coño contra mi trasero. Sentí su cabello tocarme y su cuerpo se sentía pesado debajo del mío. Hundió sus dientes ligeramente en mi cuello, mordisqueando lentamente la nuca.

Ya estaba completamente palpitante y listo para dar mientras ella se burlaba de mí y me consumía como quien prueba un vino raro poco a poco. Alternó sus mordiscos con suaves chupadas en la nuca, luego lamió detrás de mi oreja, llenando su mano con mi cabello, tirando mi cabeza hacia atrás:

– Me vas a dar mucho placer y te voy a dar lo que nunca tuviste con Manuela – me susurró convencido al oído y me hizo estremecer el doble.

Luego descendió con su lengua aterciopelada y su aliento caliente recorriendo todo el sendero de gotas heladas. Recorrió mi columna vertebral, mordisqueó un costado de mi vientre hasta llegar al coxis. Y una vez más se detuvo allí, besándome como si besara una boca, pasando su lengua deliciosamente por mi culo, bajando lentamente, cambiándolo con pequeños mordiscos.

Estaba completamente loca de lujuria: a cuatro patas, con los ojos vendados y atada. Y ella me probó lentamente.

Agarró mi trasero con ambas manos y dejó escapar un gemido de lujuria.

– Qué culo tan PERFECTO tienes. Estoy babeando. Literalmente.

Sentí su lengua entrar en mí rígida y firme.

– ¡Ahhhhhhh, qué rico, loca!

Continuó metiendo su lengua dentro de mi culo y apretándolo con sus manos codiciosas y su deseo explícito.

– ¿Alguien te ha dicho alguna vez que tienes un culo dulce?

Me elogié aún más y con mucho gusto le ofrecí mi culo para que se la follara fuerte.

Y tal como se lo pedí, me lo dio. Sentí su pulgar penetrarme con cuidado, hasta el final. Ella entró en mi culo apretado, invadiéndome y abriéndome para ella.

– ¡Oh, qué cosa más deliciosa, Li!

– Estoy dentro de ti – dijo felizmente.

Continuó follándome lentamente, como si estuviera descubriendo un mundo nuevo. Y eso fue. Nunca le había dado mi trasero a nadie. Manuela pecó en esta parte, lo confieso.

Mi coño palpitaba pidiéndolo, completamente mojado. Y ella me dio lo que merecía: metió un dedo, luego dos y finalmente tres dedos enteros en mi agujero caliente, suave y húmedo. Y me folló deliciosamente así: tres dedos en mi coño y su pulgar en mi culo al mismo tiempo.

Lo empujó dentro y fuera, dentro y fuera, formando un gancho con su mano dentro de mí. Me esforcé tanto que no tenía ningún otro lugar donde abrirme. Gimió locamente, poseído, a cuatro patas. Y ella, la amiga de mi novia, me folló como nadie me había jodido antes. Se metió dentro de mí y se inclinó debajo de mi cuerpo, cargado de sudor, rezumando calor, su cuerpo sobre el mío.

Sus hermosos pechos tocaron mi espalda con sus pezones endurecidos por la lujuria y su cálido aliento susurró deliciosas indecencias en mi oído.

No me importaba el mundo exterior, nunca había sentido algo así en toda mi vida y moriría corriéndome en las manos de esa mujer.

– Eso es, shhhh, ve Li, ve… fóllame bien… ¡ve! – suplicó y se mordió la boca.

– Quieres más, ¿verdad? ¿Quieres que te tenga más, traviesa?

– Por favor – pregunté lleno de descaro

– Entonces morirás en mi boca – dijo, sacando sus dedos de mi culo y mi coño y metiéndose debajo de mí, lamiendo mis muslos, ingle, vientre, ombligo. Se detuvo en mis pechos y los chupó con placer.

Chupó fuerte mientras jugaba con mi clítoris y luego bajó hasta su boca, lamiendo desde mis pechos hasta mi coño, mordisqueando deliciosamente. Mis gotas de sudor corrieron y gotearon por todo el sofá. Me mareé de tanto placer.

Puso su cara en mi coño empapado y me bebió entera. Ella me bebió, me mordió, me lamió, me succionó. Ella metió sus dedos dentro de mí y me folló fuerte mientras chupaba mi polla hacia ella con una sed que me hacía disolverme en su boca... Y yo le correspondía rodando traviesa sobre su cara mientras ella me follaba y me chupaba, me tragaba, me tenia.

– Delicioso, Lilia. Memoriza esto, vete. No cambia su posición ni un milímetro: era complicado y suave. Y ella respondió gimiendo, amando mi sabor, amando chuparme y follarme. Travieso. Travieso hasta la médula. ¡Y qué delicioso y perfecto quedó!

Hice. Di mucho. Di como nunca antes lo había hecho. Me corrí en su boca, en su cara, en su cabello. La perfumé con el perfume de mi coño. ¿Conciencia culpable? Sí, pero no durante. ¿Arrepentimiento? Es imposible arrepentirse de acostarse con ella…

Después…

Luego follamos por el resto de la noche. Me fui a casa sintiéndome tan parecida a ella que no sabría cómo mirar la cara de Manuela cuando regresara de su viaje. No sabía si contar, si separarme, si olvidar. La verdad es que todavía me masturbé muchas veces pensando en Lília. Días después regresó a alta mar y estuvo meses alejada. Un día volvió, hermosa como siempre. Una alegría contagiosa, seducción en persona. Ella era arte, disfrute, música e imprevisibilidad. Sorprendente.

Contará historias increíbles y aventuras únicas. Había encontrado una compañera y era feliz. Un día Manu me convenció para ir a una fiesta que daban Lília y su novia. Estaba tenso pero confiado. Yo estaba con Manu y ella con María Lúcia.

Nos saludamos cortésmente y desde cierta distancia. Fue más natural de lo que pensaba. Me habló de sus viajes, de cómo conoció a Malu y de cómo en el mar el cielo estaba más estrellado. En un momento de la fiesta, Manu fue a buscarnos una bebida a los dos mientras yo iba al baño.

Mientras me retocaba el maquillaje, la puerta se abrió rápidamente…

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